por Marchelo Mariño
No hay que saber, hay que tener el teléfono del que sabe. Y sobre todo en un país que está lleno de técnicos, de gente que sabe, de gente que cree que se las sabe todas…
Hace unos meses, antes de que en el edificio donde estoy armando mi apartamentito para casarme me dijeran nada, y ante los rumores de que podía haber ratas e insectos, mandé a fumigar por la Intendencia dicho lugar. Ir al centro comunal, pagar las 4 UR, fue relativamente fácil y rápido, ya que la observación me la hicieron de un día para el otro. Lo que me llamó la atención, es que solamente querían desratificar y no fumigar, porque eso quedaba para más adelante. Por supuesto que les dije que hacía todo y llamaba a una empresa privada, porque la casa había estado alquilada por una persona mayor que no podía tener en condiciones un lugar que tiene dos patios y en ellos cantero con plantas.
Pero aquí no termina la cosa, tendrían que ver bajar a la cuadrilla de 6 personas, para ponerle un cebito a las cucarachas y para pasarle un manguerazo al lugar. Eran 6 personas. Seis personas que les pagamos Ud. y yo amigo lector el sueldo, para hacer un trabajo que no llevó más de 10 minutos. Uno manejaba, el otro era el copiloto, el otro el capataz, uno ponía el cebo, el otro fumigaba y el otro nunca supe cual era su función. ¿Tantas personas para un trabajito tan simple y sencillo? No entiendo, la verdad es que no entiendo, pero ellos eran los que sabían…
Pero es verdad, no hay que saber, hay que tener el teléfono del que sabe. Y seamos realistas, ¿cuánta gente hay que sabe en este país? Yhhh, realmente son muy pocos, muy pocos los que saben, dominan del tema y dominan la técnica.
Cuando arreglamos la cisterna de casa, el sanitario vino tres veces. Y yo lo quiero un montón, ¿pero por qué no me dejó bien de entrada su ayudante el trabajo y me evitó que tirara a la antigua baldes de agua? Porque entiendo que hay gente que sabe y te cobra por saber, pero hay gente que no sabe y también te cobra…
“Si vas a la DGI y por un mismo asunto, hablás con tres personas distintas y las tres te dicen lo mismo”.
Un día mi padre, cuando puse una rotisería, me preguntó en forma de broma quién era yo ahí: el que sabía o el jefe. Y siguiendo la broma, le dije que era el que sabía y el jefe también. ¡Pero andá a encontrar en Uruguay al jefe y al que sabe! Si vas a la DGI y por un mismo asunto, hablás con tres personas distintas y las tres te dicen lo mismo.
“¿Quién no va a un negocio y pide que le vendan sin IVA?”
Pero eso SI, dónde hay una gran estafa nacional o multinacional, fíjense en los informativos si no hay de vez en cuando metido un uruguayo. El fin y al cabo, y esto es título de otra columna, acá lo único profesional es la joda. ¿Quién no va a un negocio y pide que le vendan sin IVA? ¿Quién no compra cosas truchas por ahí? Quién no, ¿quiénes no tratamos de hacer alguna trampita fiscal porque en este país los impuestos son extremadamente tan caros que todos trabajan (o casi todos) en “negro”?.
Por eso no hay que saber, hay que tener el teléfono del que sabe. ¿Pero alguien sabe el teléfono del Ministro de Economía para preguntarle como viven casi todos los uruguayos con los “excesivos” impuestos que nos toca pagar?
El problema radica en que hay que tener el teléfono del que sabe realmente. Y por lo general, muy por lo general, el uruguayo no sabe NADA.